
Gracias a la tecnología basada en sensores, los contenedores de esta calle son capaces de avisar a los servicios de recolección de residuos cuando han alcanzado un peso suficiente como para que los desperdicios sean retirados.
Las luminarias también son inteligentes ya que adaptan la intensidad de la luz al tránsito de personas y lo mismo ocurre con las playas de estacionamiento, ya que un panel informa al conductor de la ubicación exacta de los sitios libres (si los hay) para que pueda estacionar su vehículo sin tener que dar demasiadas vueltas y consumir gasolina.
Este sistema funciona gracias a los múltiples sensores que se han instalado en el mobiliario de esta calle, que recogen la información y la envían de forma telemática a las bases de datos y sistemas de gestión en los que se procesa.
Diversas empresas tecnológicas han colaborado en la implantación de este proyecto de calle inteligente, que aún está en fase de pruebas y supone el primer paso para la creación de “smart cities”. El objetivo prioritario de la iniciativa es el ahorro en el gasto público, un asunto que ahora más que nunca preocupa a los gobiernos locales.
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