
Por ello conviene concebirlas como un continuo. Este tendría como extremos, por una parte, una colaboración que podríamos llamar “anecdótica”, caracterizada por una acción puntual o un compromiso mínimo entre los actores y, por otra, una estrategia “integral” caracterizada por la estabilidad de las políticas internacionales, la continuidad en las relaciones y un alto grado de compromiso. Pero cabe también mencionar que si bien la continuidad es un elemento importantísimo de la acción internacional y la cooperación, no quiere decir que las relaciones establecidas tengan necesariamente que ser eternas.
Con la formalización, la continuidad de la gestión se hace más fiable y previsible. Esto es particularmente importante en algunos países de América Latina donde los períodos de gobierno son cortos, hay ausencia de personal de carrera en los puestos de decisión o y en algunos países (como en México) no se permite la reelección de los alcaldes.
En los casos en donde la permanencia de los funcionarios y de las políticas no está garantizada por un reglamento formal, la sostenibilidad y permanencia de los proyectos internacionales está en riesgo.
Cuando la estrategia internacional no enfrenta este tipo de riesgos, las actuaciones externas serán generadas con bases consistentes y adquirirán una dinámica propia, más allá del estado de ánimo político del momento.
Se trata de que la vinculación internacional de una ciudad se convierta en una política de gobierno, de difícil remoción por razones arbitrarias. Sólo así se logra que el gobierno local se convierta en un verdadero actor de la arena internacional con una posición política sostenible.
Tomado de "Manual Practico para internacionalizar la ciudad" de Eugene Zapata
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